RESUMEN:
«La ley natural no está ya basada para él en la naturaleza humana ni en sus inclinaciones que descubriría la razón; consiste propiamente en el dictamen de la recta razón que expresa directamente a la voluntad humana cuáles son las órdenes y las obligaciones que emanan de la voluntad divina, sin que sea necesario aportar justificación alguna, pues la justificación de la ley no ha de buscarse en otro sitio distinto a la propia voluntad divina.»
TEXTUAL:
La ley moral

p.302, §.3- p.303, §.2 La obligación moral está fijada y precisada por la ley. La ley va, pues, a presentarse frente a la libertad humana como la manifestación de las obligaciones surgidas de la voluntad divina, y desempeña, en una cierta medida, el papel de esta voluntad.

Ésta [voluntad] será, ante todo, la ley divina que nos es comunicada mediante la revelación en la Biblia, sobre todo en el Decálogo y en los preceptos evangélicos. Los discípulos de Ockham distinguirán después una serie de leyes deducidas de las leyes directamente reveladas, por los apóstoles y sus sucesores, sea por razonamientos evidentes, o incluso inspiradas en personas particulares.

Ockham mantendrá la existencia de una ley natural que le impone la tradición escolástica, pero la reinterpretará conforme a su sistema. La ley natural no está ya basada para él en la naturaleza humana ni en sus inclinaciones que descubriría la razón; consiste propiamente en el dictamen de la recta razón que expresa directamente a la voluntad humana cuáles son las órdenes y las obligaciones que emanan de la voluntad divina, sin que sea necesario aportar justificación alguna, pues la justificación de la ley no ha de buscarse en otro sitio distinto a la propia voluntad divina.

Por consiguiente, la ley va a ejercer una función cada vez más preponderante en moral. El dominio de la moral coincidirá con el de las leyes y se dividirá pronto no ya según las virtudes, sino de acuerdo con las diferentes leyes y, más precisamente, de acuerdo con los mandamientos de la principal ley moral, el Decálogo.

No cabe duda de que Ockham aseveró con firmeza la libertad de Dios respecto de la ley moral y cargó a ésta con una fuerte dosis de relatividad. Sólo admite la validez de las leyes morales según el curso normal de las cosas que conocemos. Los moralistas posteriores, con miras más prácticas y menos audaces, se contentaron con considerar la ley y los mandamientos como la expresión pura y simple de la voluntad divina, la fuente precisa de las obligaciones, la base firme de la moralidad. Su moral será equivalente a una moral de la obligación y a una moral de la ley.

FUENTE:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana, Ed.Eunsa, 2000 Pamplona II. Esbozo de una historia de la teología moral, CAPÍTULO X LA TEOLOGÍA MORAL A FINALES DE LA EDAD MEDIA: LA REVOLUCIÓN NOMINALISTA
FUENTE AMPLIADA:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana Ed. Eunsa, Pamplona, 2000 (1985)
CLAVES: Nominalismo > La ley moral como expresión de la voluntad de Dios