RESUMEN:
El protestantismo considera que la justificación del hombre es fruto exclusivo de la gracia divina, por lo que minusvalora el valor de los hábitos y de las virtudes, rechazará la idea de santidad personal como algo meritorio (el hombre no merece nada, pues todo es puro don), se rechaza la mística y la teología como participación en la sabiduría divina.


TEXTUAL:
pp.340-341 El protestantismo negará, por consiguiente, que la gracia de Cristo y la justificación puedan, si se puede expresar así, arraigar, penetrar e instalarse para permanecer, de una manera estable, en el hombre, lo que provoca una serie de negaciones encadenadas

- La justicia no puede hacerse interior al hombre, que podría, en ese caso, soñar con apoderarse de ella y atribuírsela. Permanece exterior, «foránea». La justicia sólo pertenece a Cristo, quien nos la atribuye, Siendo «al mismo tiempo justo y pecador», el cristiano tiene siempre necesidad de ser justificado por Cristo; [el hombre se une con Dios sólo por la fe, todo lo demás lo hace Dios]

- no hay gracia santificante que alcance y transforme al hombre en su alma, en su ser personal, como pensaba santo Tomás, ni tampoco virtudes sobrenaturales, concebidas como cualidades o disposiciones permanentes que elevan nuestras facultades y nos habilitan para cumplir los actos meritorios. El protestantismo desconfía de las virtudes, en general, porque implican la idea del esfuerzo humano hacia la cualidad moral;

- el protestantismo rechazará incluso la idea de la santidad y de la santificación. Lutero combatirá la doctrina escolástica de la información de la fe por la caridad, porque parece disminuir la fe, como si ésta no fuera suficiente para realizar la justificación; pero también porque no acepta una santidad interior, aun cuando fuera producida por la caridad. Por tanto, en el protestantismo existirá siempre un foso entre la fe y la caridad, entre la justificación y la santificación. Sólo Cristo es santo. De aquí procede el rechazo de la concepción tradicional de la santidad como una cualidad que adviene al alma, o como una gracia extraordinaria y superior otorgada a ciertos cristianos hasta hacerlos merecedores de culto [de ahí que el culto a los santos sea visto como una aberración];

- la mística será mirada igualmente como una obra puramente humana, como un intento de alcanzar un conocimiento de Dios eminente, como una pretensión de apoderarse de Dios por las fuerzas de la inteligencia, de la virtud, de la ascética o de una técnica interior;

- la vida monástica y el estado religioso serán descartados a causa de la aparente pretensión que contienen de alcanzar la justicia y la santidad por las obras de la ascética, de las observancias humanas o de la búsqueda contemplativa;

- la teología, por último, será situada igualmente entre las obras humanas. No puede pretender ser una participación de la ciencia de Dios. Es obra de la razón, que usa de procedimientos de trabajo propios y los aplica a la Revelación para extraer de ella, al amparo de la fe, alguna luz en favor de la comunidad cristiana. El valor de las construcciones de la teología permanece siempre muy relativo. El vínculo entre la fe y la inteligencia está muy debilitado, cuando no roto.



FUENTE:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana, Ed.Eunsa, 2000 Pamplona Cap. XII La moral católica y la ética protestante


FUENTE AMPLIADA:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana Ed. Eunsa, Pamplona, 2000 (1985)


CLAVES: Protestantismo > Justificación extrínseca del creyente