RESUMEN:
En el primer caso el apetito sensitivo introduce una premisa entre la general y la decisión que, haciendo sombra a la general, nos mueve a elegir en contra de la general. Por esté motivo, los animales no son incontinentes, porque no tienen ideas universales, sino [sólo] representación y memoria de lo particular.


TEXTUAL:
EN, VII; 1147a: Además, puesto que hay dos clases de premisas, nada impide que uno, teniendo las dos, obre contra su conocimiento, aunque use la universal pero no la particular, porque la acción se refiera sólo a lo particular. También hay una diferencia en el caso de lo universal, porque uno se refiere al sujeto y otro al objeto; por ejemplo, «a todo hombre le convienen los alimentos secos», «yo soy un hombre», o bien «tal alimento es seco»; pero que este alimento tiene tal cualidad, o no se sabe o no se ejercita ese conocimiento. (...) Asimismo, los hombres pueden tener maneras de conocer distintas de las mencionadas. En efecto, observamos una diferencia en el modo de ser del que tiene y no usa este conocimiento, de suerte que es posible tenerlo en cierto modo y no tenerlo, como es el caso del hombre que duerme, está loco o embriagado. Tal es, precisamente, la condición de aquellos que están dominados por las pasiones, pues los accesos de ira, los apetitos de placeres amorosos y otras pasiones semejantes perturban, evidentemente, al cuerpo y, en algunos casos, producen la locura. Es evidente, por tanto, que debemos decir que los incontinentes tienen estos modos de ser. El hecho de que tales hombres se expresen en términos de conocimiento [que piensen cuando actúan], nada indica, ya que incluso los que se encuentran bajo la influencia de las pasiones, recitan demostraciones y versos de Empédocles, y los principiantes de una ciencia ensartan frases, pero no saben lo que dicen, pues hay que asimilarlo y esto requiere tiempo; de modo que hemos de suponer que los incontinentes hablan, en ese caso, como los actores de un teatro.



También podría considerarse la causa de acuerdo con la naturaleza [del razonamiento práctico]. Así (una premisa) es una opinión universal, pero la otra se refiere a lo particular, que cae bajo el dominio de la percepción sensible. Cuando de las dos resulta una sola, entonces el alma, en un caso [en el caso del razonamiento especulativo], debe por necesidad afirmar la conclusión, y por otro [en el caso del razonamiento práctico], cuando la acción se requiere, debe obrar inmediatamente [lo cual manifiesta que el razonamiento práctico supone una premisa que es una volición]; por ejemplo, si todo lo dulce debe gustarse, y esto que es una cosa concreta es dulce, necesariamente el que pueda y no sea obstaculizado lo gustará en seguida. Por consiguiente, cuando, por una parte, existe la opinión de que, en general, debe evitarse gustar lo azucarado y, por otra parte puesto que lo dulce es agradable y esto es dulce (y tal es la que nos mueve a actuar), se presenta el deseo de probarlo, entonces [aunque] nos dice que lo evitemos, el deseo nos lleva a ello; Por esté motivo, los animales no son incontinentes, porque no tienen ideas universales, sino [sólo] representación y memoria de lo particular.



(...)

Ahora bien, como la última premisa es una opinión sobre un objeto sensible y, es la que rige las acciones, el hombre dominado por la pasión, o no la tiene [la premisa general] o la tiene en el sentido en que tener no es saber sino decir [es decir, la tiene pero no la ha asimilado], como el embriagado recita los versos de Empédocles. Y, puesto que el último término [la premisa última] no es universal ni científico, ni se considera semejante a lo universal, parece ocurrir [que se aclara] lo que Sócrates buscaba [por qué, conociendo el bien, obramos mal]; en efecto, la pasión no actúa siguiendo un conocimiento considerado en su principal sentido, ni es este conocimiento el que es arrastrado por la pasión, sino el [conocimiento] sensible [es el arrastrado por la pasión].



COMENTARIO:
El incontinente puede tener uno de estos modos de ser.(1) conoce la premisa universal, pero falla en la particular; (2) errar en parte de la premisa universal al no identificar correctamente al sujeto o al objeto de la premisa; (3) o bien porque no usa en absoluto el conocimiento, bien porque está borracho, loco o porque está dormido. En el primer caso el apetito sensitivo introduce una premisa entre la general y la decisión que, haciendo sombra a la general, nos mueve a elegir en contra de la general.


FUENTE:
ARISTÓTELES, : Ética Nicomáquea - Ética Eudemia (Libro) , , Ed.Gredos, 1998 Madrid EN, VII; 1147a


FUENTE AMPLIADA:
ARISTÓTELES, : Ética Nicomáquea - Ética Eudemia Ed. Gredos, Madrid, 1998 (1985)


CLAVES: Razón práctica > Silogismo práctico > Razonamiento del incontinente