RESUMEN:
Sto. Tomas distingue en cada virtud cardinal: sus PARTES INTEGRALES, que son las condiciones que ésta debe reunir (por ejemplo, de la templanza son la vergüenza y la honestidad -ver Templanza-Partes-; PARTES SUBJETIVAS, que son sus especies, que se distinguen según su diversa materia u objeto. PARTES POTENCIALES son las virtudes secundarias, que ejercen su papel moderador en materias que entrañan una menor dificultad que la materia principal moderada por la virtud principal. En el texto citado se pone como ejemplo la división de la templanza en sus partes


TEXTUAL:
Solución. Hay que decir: Como ya se dijo antes (q.48 y 128), una virtud cardinal puede tener tres clases de partes: integrales, subjetivas y potenciales. Llamamos partes integrales de una virtud a las condiciones que ésta debe reunir. En cuanto a esto, son dos las partes integrales de la templanza: la VERGÜENZA, que nos hace rehuir la torpeza contraria a la templanza, y la HONESTIDAD, que nos hace amar la belleza de la templanza. En efecto, tal como quedó demostrado arriba (q.141 a.2 ad 3; a.8 ad 1; q.142 a.4), la templanza reclama para sí cierto brillo, mientras que los vicios propios de la intemperancia presentan un altísimo grado de torpeza.



Las partes subjetivas de una virtud son sus especies. Pero conviene distinguir las especies de una virtud según la diversidad de su materia u objeto. La templanza se ocupa de los placeres del tacto, los cuales se dividen en dos clases. Unos, en efecto, se refieren al alimento, y dentro de ellos la ABSTINENCIA tiene por objeto la comida y la SOBRIEDAD la bebida. Otros se refieren a la facultad generativa, y dentro de ellos la CASTIDAD tiene por objeto principal el placer del coito mismo, mientras que el PUDOR se ocupa de los placeres concomitantes, tales como los besos, tocamientos y abrazos.



Llamamos partes potenciales de una virtud a las virtudes secundarias, las cuales ejercen, en materias de una menor dificultad, un papel moderador semejante al que desempeña la virtud principal en una materia principal. En nuestro caso, corresponde a la templanza moderar los placeres del tacto, lo cual es enormemente difícil. De ahí que toda virtud que modere alguna materia y refrene los deseos de cualquier objeto pueda considerarse parte de la templanza como virtud asociada a ella.



(...)


FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a), Ed.BAC, 1995 Madrid q.143, a.1


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) Ed. BAC, Madrid, 1995 (1271)


CLAVES: Virtud > Estructura de la virtud > Estructura de la exposición tomista