RESUMEN:
La incontinencia de ira es menos torpe que la incontinencia de concupiscencia, porque aquella escucha un poco a la razón puesto que la venganza no es apetecida como fin, sino como medio para restaurar el equilibrio, y esta apreciación requiere un cierto dictamen de la razón. No sucede lo mismo con el concupiscible, que se lanza al bien apetecido sin participación alguna de la razón.


TEXTUAL:
VII, 6, §979. En segundo lugar, prueba lo propuesto por cuatro razones. La primera, es que la ira parece oír en algo a la razón en cuanto el airado de alguna manera razona que, por la injuria recibida, debería vengarse. Pero obedece o escucha imperfectamente a la razón porque no se cuida de atender al juicio de la razón con respecto a la magnitud y al modo de la vindicta. En los animales carentes de razón también se encuentra la ira, así como otras operaciones similares de la razón, pero procedentes del instinto natural.

Para mostrar lo propuesto presenta dos ejemplos. El primero, se refiere a los servidores apresurados, que antes de terminar de oír todo lo que se les dice se lanzan a ejecutarlo, y así es como yerran en la ejecución de la orden que no escucharon perfectamente. El segundo de los ejemplos se refiere a los que, al sonar el timbre llamando a la puerta, antes de advertir si el que llama es familiar o amigo, se ponen a ladrar. Así, es el caso de la ira: en algo oye a la razón, pero debido al natural calor y velocidad de la cólera que pone en movimiento a la ira, antes de oír del todo el precepto de la razón, mueve al castigo.



VII, 6, §979 bis. Muestra de qué modo sucede lo descrito. En efecto, el hombre que recibió una injuria o un desprecio, a veces, lo mira con la razón, si el hecho es verdad; otras veces, con la imaginación, cuando así le parece, aunque no sea verdad. Pero el hombre enojado casi discurre que hay que atacar al injuriante, y lo determina de modo indebido e inmediatamente se enoja moviéndose a la vindicta antes que por su razón le sea dictaminado el modo de proceder a ella. Pero la concupiscencia, inmediatamente que le es anunciado lo deleitable por medio de la razón o el sentido, mueve a disfrutar de lo deleitable sin ningún razonamiento de la razón.

La causa de esta diferencia estriba en que lo deleitable tiene razón de fin apetecible por sí mismo, que es como el principio en el razonamiento. Pero el daño que se infiere a otro no es apetecible por sí mismo como un fin que tiene razón de principio, sino como útil al fin que tiene razón de conclusión en lo operable. Por eso, la concupiscencia no mueve razonando como la ira que sí mueve razonando. De allí que la ira, de alguna manera, sigue a la razón, pero no la concupiscencia, que sólo sigue el ímpetu propio. Por eso, lo que es fuera de la razón en lo humano es torpe. Así, queda claro que el incontinente de concupiscencia es más torpe que el incontinente de ira, porque este último es, de alguna manera, vencido por la razón, no así el incontinente de concupiscencia,



FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Comentario a la Ética a Nicómaco (Libro) , , Ed.EUNSA, 2001 Pamplona VII, 6


FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Comentario a la Ética a Nicómaco Ed. EUNSA, Pamplona, 3000 (2000)


CLAVES: Virtud > Estructura de la virtud > Incontinencia de ira y de concupiscencia